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Mis Cuadros Favoritos. Las Meninas

Mis Cuadros Favoritos. Las Meninas

Los cuadros de Velázquez son una conjunción única y fascinante de grandiosidad y realismo, intimidad y distanciamiento. Las Meninas es su retrato colectivo más complejo e intrigante. En el centro se encuentra la infanta Margarita, hija del rey, de cinco años de edad, flanqueada por sus damas de  honor las meninas, que dan nombre al cuadro. Aquí Velázque hace un juego con nuestra percepción y la relación de los retratados. Se autorretrata a la izquierda pintando ante un gran lienzo, pero ¿que ahi ahí?. No está pintando el retrato de la infanta, ya que está a su lado. La respueta se esconde en el espejo del fondo, que refleja al rey y a la reina posando para Velázquez. La pequeña infanta ha entrado en la estancia para ver a sus padres. Velázquez subvierte todas las normas y al hacerlo teoriza tanto sobre el arte del retrato como de la condición del artista.

El doble retrato.- Felipe IV y la reina aparecen reflejados en el espejo del fondo. Se les retrata de pie, bajo un cortinaje, en el lugar que ocupa el espectador del cuadro.

La dama de honor de la izquierda.- Doña Agustina Sarmiento le ofrece a la infanta en un plato de oro un búcarom rojo que contiene probablemente agua fresca.

El título.- Este lienzo figuraba en los inventarios del Palacio Real de Madrid con el título de El cuadro de la familia. Más tarde, aparece catalogado en el Museo del Prado en 1743 por su director don Pedro de Madrazo con el nombre de Las Meninas, título que tuvo un gran éxito literario y que ha perdurado hasta nuestros días. Dicho título le fue impuesto al cuadro como referencia a dos personajes que aparecen en él y apoyándose en la descripción que hace de la obra el pintor y escritor Antonio Palomino de Velasco (1555-1626) en su obra Museo pictórico. Cuenta el señor Palomino en esta obra que «dos damitas acompañan a la Infanta niña; son dos meninas». La palabra menina es de origen portugués y es el equivalente a paje en femenino. Llamaban así a las hijas de personajes de la nobleza que entraban en Palacio como doncellas de honor de las Infantas y las acompañaban en su séquito a todas horas. Sólo recibían este apelativo hasta que les llegaba el momento de la puesta de largo, así pues eran siempre damas muy jóvenes. Otros títulos que aparecen en los inventarios son: «La Sra. emperatriz Infanta de España con sus damas y criados y una enana donde se retrató el pintor a sí mismo pintando» (por referencia a la Infanta, futura emperatriz de Austria) y «La Infanta María Teresa» (siendo tal referencia equivocada).

 

La dama de honor de la derecha.- Doña Isabel de Velasco aparece a la derecha de la infanta con un gesto ensimismado y atento a los deseos de ésta. A su espalda, con hábito monjil y de viuded, la dueña Marcela de Ulloa conversa en la penumbra con un guardadamas, que al parecer se trata de don Diego Ruiz de Azcona.

La infanta.- Velázquez consiguió una especialísima agudeza en este retrato de la infanta. La riqueza del vestido y las joyas y la formalidad del gesto no esconden la vulnerabilidad de la niña.

Orgullo de cortesano.- Ricamente vestido y presentándose como cortesano, el artista escudriña a la pareja real parapetado tras el lienzo. El protocolo de la época era de extrema rigidez: a pocas personas se les permitía tanta intimidad con la familia real, y sin embargo el artista totalmente concentrado, se echa hacia atrás y, con mirada escrutadora, estudia a los retratados sin prisa aparente. Tampoco lo distre la infanta ni su séquito. Repárese en la actitud aburrida del mastín, indicativa de que los presentes llevan allí largo rato.

La orden de Santiago.- Velázquez lleva la cruz de la orden de Santiago que no se le concedió hasta 1658, dos años después de finalizar el cuadro. La cruz se añadió al cuadro a instancias de rey Felipe IV.

El autor.- Diego de Silva y Velázquez (1599-1660).- Antes de entrar al servicio del rey. en 1623, velázquez se especializó en escenas de género. Felipe IV tomó especial interés por él y encardinó su carrera en la producción de retratos reales. Animado por Rubens, en 1629 visitó Italia para estudiar el arte de la antigüedad. Recibió la influencia de Tiziano  cuyas obras se guardaban en la colección real. Maestro en el manejo de luces y sombras, sus innovaciones ejercerían gran influencia en el arte del siglo XIX.

 

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andreina -