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¡Yo también lo haría!

¡Yo también lo haría!

     Cuando oímos la artamente conocida frase de "esto yo también lo haría" a la vez que se contempla una obra de arte, ese cómico "argumento" se clava como un estilete en el sentimiento de quien ve lo mismo, pero sin los límites de  la arrogancia. Cuando se ve la creación artística después de un proceso de maduración y de reflexión, el "yo también lo haría" simplemente desaparece del crítico cuyuntural al tiempo que va descubriendo su papel en el proceso.

     Si yo propusiera fabricar una rudimentaria banqueta para sentarnos, todos haríamos la nuestra. No tiene ningún misterio. Solo necesitaríamos un poco de tiempo y unos materiales básicos, maderas, clavos, martillo...pero ninguna sería igual. En todas y cada una de ellas estaría la impronta personal de su creador, aportando su riqueza que es la de todos y que también precisa de él,  para existir generacionalmente. Pero ¿quien diseñó el primer asiento? ¿quien pasó de poner sus posaderas en una piedra a ponerlas en el primer asiento fabricado por el hombre?. Seguro que hoy le hubieran otorgado el primer premio en el mas prestigioso certamen internacional de diseño.

     Por ello, cualquier creación, sea del tipo que sea, hay que mirarla mas alla de la mirada. Cuando esto se hace, cuando se entiende, al fin,  que para ver no basta mirar y seguir tu camino, se ven universos totalmente desconocidos antes del hecho de la puesta en común del artista con el receptor.  Esa persona comprende pues que nada es igual, aunque todo esté condicionado. No podemos escapar ni huir del hecho en sí. Al contemplar una obra, nos guste o no, estamos condicionados por ella para bien o para mal.

     Comprenderemos que es imposible copiar. Que aunque estamos condicionados por lo creado, la expresión es mutante como un virus que se transforma en cada ser humano en función de su "yo y circunstancias". Es sumergirse en la vorágine de lo colectivo con su aportación personal y exclusiva, con sus mundos, sus miedos, sus fustraciones, sus vivencias, sus "muertes y resurrecciones"de las diferentes "vidas" de su existencia.

     Solo despues de mucho mirar, uno se da cuenta que también es preciso ver. Así y solo así descubriremos la grandeza del enriquecimiento colectivo que es también el nuestro. Cuando veamos mas allá de una pincelada, de un color, de una textura, o de una banqueta de siete patas descubriremos que hemos comprendido y por lo tanto hemos actuado y tomado parte de esa reivindicación que el artista nos hace. Sin saberlo estamos sentando las bases de una revolución permanente.

Manuel Cuenca

 

1 comentario

FGD -

Muy acertado el artículo.
Pues que se pongan a hacerlo...Como cuando dicen esto lo haría un crio de 4 años.
Aunque a veces hay mucho engaño y mucho morro por ahí.