Blogia
artecal

Jesús Langarita. Poetizar el espacio

Jesús Langarita. Poetizar el espacio

 En alguna ocasión nos hemos preguntado ¿como es posible que de una piedra, de un trozo de materia inerte,  pesado y apagado, el artista pueda conseguir una fuerza y energía insospechadas en ese basto reducto de naturaleza? El buen escultor nos hace ver más allá y evidencia que las piedras tienen alma , haciendo brotar de su interior, a través de su forma, color y textura una serie de sensaciones capaces de enervar al espectador y que a través de su contemplación, sea partícipe en la conclusión de la obra. Conclusión, si. Pues ninguna obra concluye hasta que no es admirada, adquiriendo con ello infinitos acabados. Cuando miramos una obra nos convertimos en cómplices de la misma, haciendo que esa obra adquiera una aureola que la convierte en única e irrepetible. “Mis piezas son mis textos, mi forma de poetizar el espacio” nos indica Jesús Langarita con la misma seriedad con la que trabaja la piedra de Calatorao, su pueblo de adopción. Por que ser artista y residir en Calatorao es incompatible con la insensibilidad hacia este regalo que la naturaleza nos ofrece en esta localidad y que los aragoneses, con injustificada modestia, llamamos “piedra”. Cualquiera que esté exento de ese miramiento que nos caracteriza, elevaría a esta piedra, sin contemplaciones a la categoría de “mármol fino y único en el mundo”. Y este mármol  se encontró con J. Langarita para hacer poesía entre los dos. Y lo consiguen. Poesía que no solo invita a la contemplación si no a participar en ella, pues sin darnos cuenta, inconscientemente, nuestros dedos se convierten en intratables detectores deseosos de entrar en contacto con los volúmenes y las formas que Jesús nos presenta en su obra. Y nos hacemos partícipes -es lo que pretende-  y cómplices de la misma. Jesús Langarita, nació en Salillas de Jalón y desarrolla su actividad artística en Calatorao, donde reside. Aunque la inquietud por el arte siempre ha vivido con él, comienza a trabajar la escultura en 1984. Este autodidacta de excelente formación, nos ha mostrado  su obra en diversas exposiciones, pudiendo contemplar una buena parte de la misma como escultura urbana. La Almunia de Doña Godina acoge de forma permanente alguna de sus obras en la Plaza de La Paz, así como el “Monumento a la Comarca” en la misma localidad. En su acogedor estudio-taller hay una buena muestra de su huella escultórica  : “El viejo y el mar”, “El soñador”, “La espera”….son ejemplos de su buen hacer, que invitan  como digo,  no solo a contemplar si no a tocar, a sentir, a experimentar sensaciones únicas e irrepetibles. En definitiva a ser partícipes y cómplices de su obra. Pero Jesús no es conformista. Su espíritu artístico es inquieto y no solo esculpe si no que también pinta. Y del mismo modo, con esta técnica,  poetiza. En su amplio taller, exigen, reivindican su lugar en nuestra retina, sus cuadros al óleo. Y sus lienzos, en esa reivindicación, se abren paso entre esculturas para atraer nuestra atención exigiendo la importancia que merecen. Muchos de ellos son homenajes a los ídolos del artista. A esas referencias que todos tenemos en función de nuestros gustos artísticos. Y ahí están homenajeados algunos como Miró, Picasso, Modigliani, su admirado y contemporáneo Oswaldo Guayasamín (del que gusta destacar la fuerza expresiva y de denuncia de este ecuatoriano universal) o su particular versión de “La última cena” –en la que lo encontramos trabajando en su estudio-  Son muestras también de su quehacer pictórico. Jesús Langarita, como cualquier persona con sensibilidad realiza su obra después de un proceso de meditación y maduración (consciente o no), pues todo está influenciado. Pero todo es enriquecido y nuevo para mostrarnos  una nueva realidad: su realidad. Por que el arte es, si se me permite la expresión, como un virus que muta y se transforma en cada ser y en cada artista para ofrecer, como en cualquier sistema evolutivo, lo mejor de nosotros mismos.   CAL 

0 comentarios