Carolina Fernández

VER MÁS ALLÁ DE LA MIRADA: Muchas personas limitan la contemplación de un paisaje, de un retrato, de un bodegón, o de cualquier obra, a la comprobación fidedigna de esta con el modelo real con que el artista plasma el aspecto exterior de dicho modelo. Si el arte fuera sólo eso, que ya es, poco podrá este contra la fotografía o el celuloide. ¿Que sentido tendría hoy competir desde el arte con la fotografía, por ejemplo? Un paisaje aunque lo estemos viendo, existe para nosotros de acuerdo con las sensaciones o la experiencia que tenemos de él. Como decía Brueghel, “todo buen pintor inventa una manera de pintar y de ver las cosas”. El mundo del arte aporta más plasmando interpretaciones y sentimientos de lo que ve, que copiando. Un artista es también un transformador de energía y esa concepción aporta una riqueza inagotable a la condición humana. Quien vea el arte desde esa perspectiva, debe de prestar atención a lo que nos aporta desde el punto de vista creativo Carolina Fernández.
Esta joven licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Valencia, nacida en Zaragoza y criada en Épila, ya de niña sintió la necesidad de expresarse artísticamente. ¿Qué extraño influjo recibe el ser humano para decidir de forma tan clara, diáfana y temprana que el fundamento de su vida desde el punto de vista profesional va a ser el arte? ¿la influencia de sus padres, en el caso de Carolina, maestros de profesión y donde la plástica se tiene en cuenta en la educación primaria?, quizá. Pero uno no es arquitecto porque su padre o su madre lo sea, lo es por que en su día vio un edificio con el que quizá quedó admirado y empezó a hacerse preguntas. Sea por lo que sea Carolina lo tenía claro. Por ello con sus veintiún años realizó su primera exposición individual y lo hizo con paisajes. Con cielos. Sí, con cielos. Porque el cielo es un paisaje. Porque los paisajes no tienen por qué tener horizontes. Y lo hizo en Valencia para demostrarnos por qué el cielo de Valencia es diferente al de Zaragoza y al de Épila; por qué no hay un cielo igual, por que no se sienten de la misma forma, y ahí cada cielo tiene sus señas de identidad, como las tiene cualquier cosa dependiendo de cada persona. ¿Es esto una paradoja?, no, es el producto de la emoción, de los recuerdos, de las vivencias de niña en su pueblo, de la misteriosa influencia del entorno, que en cada mirada, en cada interpretación, en cada encuentro o desencuentro cambia, se transforma y nos hace sentir diferente. La distancia entre ser artista y no, está en la fuerza de interpretar y saber plasmar lo que se ve y llevarlo a un soporte en el que el espectador lo pueda admirar. Las obras de arte no están para copiar con fidelidad la realidad, si no para enervar la sensibilidad del espectador y hacerla vibrar.
Para ello existen, por fortuna, artistas como Carolina Fernández. Ella lo hace así. Pinta lo que ve, pero lo pinta una vez interpretado y cuando pinta el paisaje lo hace mirando no solo el modelo, si no mirando también hacia su interior, donde solo se pueden ver los cielos que le dictan los sentimientos. Pero el ser humano también tiene necesidad de bajar a la tierra y cuando Carolina nos muestra lo inmediato, lo cercano, recurre a sus paisajes naranjas o a sus flores de forma positivista, lúdica y colorista. Y nos hace sentir bien; sin atisbo de negatividad, haciendo que nuestros ojos caminen por la senda del optimismo contagiante, para mirar con sus acrílicos, otra vez hacia arriba y mostrarnos ahora, el ciclo lunar en políptico del nueve mágico, del creciente al menguante, en aura de misterioso influjo para llegar al final de una noche que evidencia el amanecer. No como comienzo del día, si no como seña de identidad propia de la oscuridad. Todo esto se ve en la floreciente carrera de esta artista.
Pero Carolina Fernández no es conformista, es un espíritu joven e inquieto; no quiere quedarse ahí y va más allá del recurso del acrílico. Quiere dominar otras técnicas y las estudia trabajando con ellas. No quiere que la tela sea el único elemento de composición. ¿Por que poner límites a la sensibilidad? Y esta joven promesa quiere profundizar sobre la creación artística en el mundo del grabado, la xilografía, el linóleo, e incluso el la fabricación del papel, soporte necesario para alguna de estas técnicas. Composiciones donde ya nos deja entrever su impronta, preludio, lo aseguro, de lo que sin duda será un torrente creativo en un futuro inmediato y del que ya nos ha dejado algunas muestras de excelente calidad y talento.
Prestad atención a esta artista. Seguid su evolución y su carrera artística si queréis sentir algo más allá de lo meramente visual. Para ver no solo es preciso mirar. En cada forma, en cada textura de colores, se encierra una mirada y una visión humana irrepetible. Por ello la naturaleza nos ofrece a Carolina Fernández.
CAL
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