Blogia
artecal

¿quién somos?

NAOUAL AMEUR, NUEVA COMPAÑERA DE CAL

NAOUAL AMEUR, NUEVA COMPAÑERA DE CAL

Estimados colegas y posibles visitantes, tengo el placer de presentar parte de la interesante obra de Naoual Ameur, una artista marroquí, nacida en Casablanca hace pocos años...y afincada en Épila.

Paseo por su galería

FOTOGRAFÍAS CON TABAJOS DE FABIOLA GIL (FABI)

FOTOGRAFÍAS CON TABAJOS DE FABIOLA GIL (FABI)

Me he tomado la libertad de escribir este miniartículo con la dirección de la galería de fotos de nuestra compañera Fabi. No os lo perdais.

http://www.flickr.com/photos/fabiolagil

Vanesa Roncal

Vanesa Roncal

 

 

La intuición es el modo de conocimiento inmediato y, según parece, se opone al razonamiento. El o la artista lo emplea en el plano mas sensible y psicológico en detrimento de su yo mas racional y metafísico. Es decir, si con la lógica se demuestra, con la intuición se inventa. Por ello el artista es mas inventor que otra cosa. Inventor intuitivo de sensaciones, formas y texturas como conceptos artísticos que se crean por el autor, después de ser tamizados en el filtro de sus experiencias, de su inimitable vida, de su mas profunda e inevitable vulnerabilidad artística y personal. Por que cada artista es un espíritu que se agita desde la inquietud, que, como diría Bergson es siempre positiva, pues impulsa a los sujetos a actuar lejos de la indiferencia y la pasividad.

 

Es la primera impresión que me causa la obra exuberante y volumétricamente atrevida de Vanesa Roncal. Esta licenciada en Bellas Artes, nacida y criada en Epila, tuvo muy claro desde niña que lo suyo, inexorablemente, debía de ser el arte. Después de realizar el bachiller en Zaragoza, la inquieta y joven artista se presentó en Cuenca, ciudad tocada con el influjo de lo artístico, para hacer la carrera y posteriormente, como no, dar clases como profesora de dibujo en la localidad de Illueca.

 

En su particular visión el "color es mas importante que las formas" según nos cuenta. Pero esto no es del todo cierto pues Vanesa lo que quiere, lo que le mueve quizá, es recalcar esa importancia vital y colorista. Y sin duda lo consigue. Pero cuando uno observa sus pinturas éstas tienen unas formas cuidadas y una armonía innata y preestablecida. Busca, quizá sin quererlo, la perfección entre el alma y el cuerpo del cuadro. Todo o casi todo está medido desde esa intuición a la que nos referimos al principio, o lo que es lo mismo, Vanesa buscando o trabajando el color, encuentra la forma precisa. Sus composiciones rebosan positivismo e incluso, como por ejemplo y curiosamente en alguno de sus mosaicos se encuentra una simbología numérico-musical, ya que utiliza composiciones de siete veces siete (49), números que definen las notas recogidas en una frase musical.

 

Para presentarnos ese color lo hace en la bandeja de lo estético, de lo amplio, de lo espacioso, desde unas flores que irradian no su color, si no el color elegido por Vanesa para destacar su impronta cromática viva y positiva. Solo así expresa su concepto y sus ideas de la vida, donde nada es oscuro, nada es negativo. Desde su afición y su amor por la pintura, nos manifiesta que se siente transportada a sus momentos más íntimos, más relajantes y expresivos de su mundo interior y los pone en común con el espectador valientemente y con decisión. Sin miedo a que el resultado final defraude, pues se mueve en un ambiente que conoce y domina. Y eso se nota y se vive en su obra a la primera impresión produciendo un fuerte impacto visual, provocando que los sentidos adquieran una mayor sutileza desde la naturaleza simple pero a la vez bella y noble, de una flor. Este es un elemento que utiliza asiduamente y que resuelve sin dificultad. Se siente que a Vanesa le encanta pintar y es algo que no solo se ve en sus cuadros, si no que cuando hablas con ella de pintura lo hace con una ilusión y credibilidad grata y contagiante.

 

Vanesa Roncal tiene mucho que aportar a la pintura, por su juventud, por su interés por el color, pero también por lo estético, por lo bien hecho y por las inquietudes y enormes ganas de trabajar por y para el arte. Pero también por que esta pintora dispone de grandes dosis de esa intuición creativa tan necesaria, de esa simpatía y empatía con el objeto y el color elegido para sus composiciones. Quiere experimentar e investigar en el mundo del arte en la medida de lo posible, para percibir nuevas sensaciones y ponerlas en común. En definitiva, el resultado de lo que haga artísticamente no nos dejara escépticos ni displicentes, si no todo lo contrario.

 

CAL

Concha Romero

Concha Romero

Concha Romero

 

Todos exploramos nuestro mundo personal. Todos sentimos la necesidad de hacernos preguntas sobre nosotros mismos y sufrimos ese delirio interior cuando nos enfrentamos a la realidad única e irrepetible de nuestra existencia. Y en ocasiones ese ejercicio interior se exterioriza con la idea de una puesta en común, como buscando una coartada, en la medida que se comparte con los demás. Para Concha Romero esa es la motivación. Necesita transmitir sus emociones con los pinceles y la paleta. Confiesa que "pintar es buscar la paz" y mientras la encuentra pintando, sin duda, reflexiona sobre si misma y desde ahí, encontrar su esencia absoluta y la transfiguración necesaria de un resurgir con mas ganas de vivir en el siguiente proceso. Por que quien tiene necesidad de transmitir creando, aunque resulte paradójico, también sufre. Pero sabiendo que ese sufrimiento, a veces placentero, abrirá la puerta a un nuevo proceso para convertirse en un ser mas curtido, mas maduro y, por que no, mas sabio después de esa puesta en común.

 

Quizá por ello Concha necesite de un ambiente propicio para pintar. Se evade del mundo terrenal para meterse en su otro mundo, el mas personal e íntimo y encontrar esas respuestas imposibles, a solas, con sus pinceles autodidactas y sus vivencias , plasmándolas en el lienzo de manera irreversible e incondicional, sin medias verdades que enturbien el objetivo de llegar, de transmitir lo que vive y siente. Y para ello, curiosamente, le resulte vital mirar espacios abiertos, caminos que llevan a lugares que existen, o no. Que mas da. Y se soporta en la naturaleza mas inmediata, del paisaje donde reside desde hace años, con sus olivos, recios, serios, imbricados en la dureza de un clima extremo, que les deporta mas prestigio ancestral si cabe, en su condición de árbol generoso y noble. O nos sorprende, en un requiebro de cambio radical de elemento figurativo, pintando una buena colección de flores. Quizá en busca de esa belleza interior que cualquier ser humano y sensible persigue.

 

Concha Romero tiene 48 años y apareció en el mundo de la pintura allá por el año 1980, casi por casualidad. Lo suyo siempre había sido la música. Por ello ahora la necesita mientras pinta. Sus padres se dedicaban a ese mundo "yendo de acá para allá con una orquesta", nos comenta con la nostalgia que produce el recuerdo de la infancia. La misma Concha fue cantante durante años y cuando quedó embarazada de su hijo "ante esa parada obligada, había que llenar la hiperactividad que llevaba y me decidí por la pintura". Y se tiró a tumba abierta. Sin academias ni profesores y empezó a pintar lo que le apetecía, descubriendo que era un excelente terapia "que recomiendo a cualquier persona que sienta la necesidad de hacer algo que le relaje, que le reporte esa paz que me reporta a mi" según nos cuenta no sin un cierto chispeo de brillante satisfacción en sus ojos. Su profesora ha sido ella misma. Lo que se conoce como ser "autodidacta". Pero ser autodidacta no significa "no saber". No significa que los resultados sean malos por no haber tenido una formación pictórica. Lo mismo que uno no es pianista por tener un piano, pero puede aprender a tocarlo, sin desentonar, a su manera. Los resultados de la pintura de Concha no son estridentes, no chirrían -si se me permite el término- por no ser academicista, si no que vistos con ojos asépticos, desinteresados, el resultado siempre es admitido. Por que haga lo que haga esta pintora nacida en Domeño (Valencia) y afincada en La Muela, lo hace desde la convicción mas profunda de comunicar para compartir su yo mas sincero, exponiéndolo de una forma sutil y agradable. Por que ella no pinta para ganarse la vida, si no que lo hace para sentirse bien. Para encontrarse con ella misma. Y para ello se han de dar las condiciones necesarias, incluida la del resultado final. Si no, Concha no estará satisfecha con ella misma y por ello esa "insatisfacción" en el resultado no será puesta en común.

 

 

CAL

José Manuel Remiro. Sensaciones más que miradas.

José Manuel Remiro. Sensaciones más que miradas.

 

 

José Manuel Remiro. Sensaciones más que miradas.

 

Cuando la fotografía se inventó, el hecho de ver reflejado en un papel un instante, objeto o acontecimiento, dejaba a la gente perpleja. Esa visión “milagrosa” que representaba la capacidad de crear por el hombre un mundo ilusorio tan convincente como la propia realidad resultaba  algo sobrenatural. Por primera vez en la historia de la humanidad se podía recoger el pasado no por la palabra, la escritura o la pintura, si no a través de una fiel copia de la realidad. La imagen fotográfica estaba destinada a convertirse en un nuevo exponente de la memoria colectiva, significaba un nuevo lenguaje y un nuevo tipo de comunicación. Con el tiempo la fotografía quiso ir mas allá del mero reflejo del instante y ser creativa. El fotógrafo artístico quiere darle su sentido a la fotografía y generar la imagen tal y como le gustaría que fuera.

 

  Quizá por ello a José Manuel Remiro le sedujo la fotografía desde niño. Sus primeras fotos las hacía con  la cámara de su padre siempre que podía. Ello le sirvió para plasmar sus primeras instantáneas. A partir de ahí ya vendría su propia cámara, su interés mas profundo por la fotografía, sus cursos en Spectrum, sus cavilaciones artísticas y la asunción de recursos de todo tipo que necesita una mente creativa e inquieta  como la de  cualquier artista en cualquier modalidad. Por que la fotografía es un arte si, pero la fotografía para que sea arte ha de tener unas premisas. Hoy día una de las técnicas mas democratizadas el la de la fotografía. Cualquiera, en un país desarrollado,  tiene una o incluso varias cámaras fotográficas con las que hacer miles de fotos, pero cuando una imagen se conceptualiza desde una intención artística deja de ser una simple imagen para adquirir otra dimensión diferente a lo meramente anecdótico o histórico. Desde el momento en que a José Manuel le entró el misterioso influjo de la sensibilidad,  ha tratado de indagar en lo sugerente. Desde su objetivo quiere plasmar sensaciones mas que imágenes, comunicación mas que mensaje. Como un feed-back entre el elemento fotografiado, el espectador y él mismo para establecer una armonía comunicativa que vaya mas allá de lo estrictamente visual. Para ello, este fotógrafo nacido en Zaragoza y afincado en Épila,  utiliza las armas del blanco y negro con sus infinitos matices intermedios,  para que el espectador no solo “mire” si no que también “perciba” y así  invitarnos a que además de la vista, estén inmersos el resto de nuestros sentidos para  conformar una “mirada” mas que una “visión”. Por que para José Manuel la fotografía va mas allá de lo meramente visual, por ello sus retratos intentan seguir la estela de lo íntimo y personal, de la complicidad con el modelo, al objeto de conseguir la mejor puesta en escena posible y la máxima transmisión hacia quienes contemplemos sus obras, que no se limitan a ser una realidad aislada y detenida en el tiempo si no un elemento de reflexión e interpretación.  Y juega con fragmentos de sus modelos pasados a papel,  para conseguir un resultado mas esquemático,  pero a la vez mas centrado y directo y transmitir la máxima relación perceptiva. Y en verdad lo consigue, pues sus retratos, de gente conocida o no, tienen la impronta del misterio descifrado al libre albedrío del espectador, dándonos a cada uno de sus receptores un universo de sensaciones a las que adherirnos.

 

  José Manuel es un hombre tranquilo, un buscador de lo bello pero sin alarmismos, sin estridencias, sin nervios que le erosionen sus conceptos fotográficos y creo también que humanos Cuando habla de fotografía se pone en situación, reflexiona y habla con la seguridad de conocer lo que te gusta. Y la defiende desde el punto de vista artístico como un medio que transmite sensaciones tanto como el que mas. La reivindica y reclama como medio de expresión de primer orden,  pero siendo consciente de que para conseguir esos fines  no vale cualquier cosa que no sea el trabajo meditado y bien hecho. Hoy nadie se queda perplejo por ver una foto, pero nos quedamos admirados cuando esa foto nos transmite sensaciones que van mas allá de lo estrictamente visual. Y José Manuel Remiro lo consigue.    .

 

 

CAL

 

 

 

 

Daniel Pinilla Sisamón

Daniel Pinilla Sisamón

 La realidad de los elementos cotidianos e identificables a primera vista, de lo perfectamente visual, es transformado por el artista y la relativiza. Esos elementos son ignorados conscientemente en su esencia, para ser introducidos en un nuevo orden, en un nuevo mundo sensorial que aunque conservando alguna referencia a la integridad de los objetos que transcribe, los armoniza mejor entre sí, con otras formas, con otros matices o con otros  colores.

 

El joven e inquieto Daniel Pinilla se mueve con valentía en ese modo de abstraer lo banal y convertirlo en otra realidad visual. Para el lo patente se convierte en una abstracción “reconocible” pero sacada del tedio natural, de su vulgaridad cotidiana, para dedicarle una consideración mas armoniosa, mas romántica, mas poética y logra otorgarles un destino no preconcebido, diferente y  único.

 

Para Daniel el trazo es la excusa perfecta para realizar grabados en los que la técnica juega un papel fundamental. Con éste método ancestral  dota de un nuevo sentido a los motivos de su obra. El grabado es una disciplina artística que exige gran conocimiento y pericia. En esta técnica las prisas no tienen cabida  y este joven artista de Morata de Jalón, como buen conocedor de la Historia del Arte, elige los elementos con estructura  y vida propia y los dispone a su modo y a su orden para expresar, no un mundo real, si no descripciones de lo transmutado, de lo soñado en el propio mundo que el artista inventa con la plancha. Y nos transporta hacia su mundo, desde su obra,  en un juego de títulos y formas para ofrecernos las claves de su sentido, donde el ser humano juega un papel fundamental pero en contraposición, o en armonía con “el otro”. En su obra titulada “deseo de desenlace” se ve a simple vista la dualidad del ser humano. ¿De qué desenlace estamos hablando? De un ser con respecto así mismo o con respecto a otro. En su obra titulada “mater” ¿por qué es una maternidad colectiva? En “la realidad de un sueño” ¿ por qué ésta representación onírica también es colectiva? En su trilogía “pareja”,  desde su título está todo dicho. Lo que nos transmite, en definitiva, este joven artista es su inquietud por el ser humano, es la necesidad vital que tenemos de interrelación con el “otro” para bien o para mal, y me hace recordar una frase de Hannah Arendt donde señala que, “ninguna clase de vida, ni siquiera la del ermitaño, resulta posible sin un mundo que directa o indirectamente testifica la presencia de otros seres humanos” Y nos invita a una reflexión sobre este concepto, por que en sus dibujos, grabados y pinturas esa interrelación es difusa con el objeto  de ponernos en bandeja nuestra elección, en un abanico de infinitas posibilidades que van desde lo armonioso a lo caótico. En cualquier caso, el hombre es un ser de naturaleza colectiva. Encontramos en ello la sociabilidad, la racionalidad y la libertad como pros. Pero Daniel, en una misma jugada, da la sensación de que también nos quiere mostrar sus contras. 

 

 Desde el punto de vista puramente artístico, Daniel también se expresa con la pintura y con la fotografía, pero se siente, de momento, más grabador que otra cosa ¿Por qué esta técnica mas que las otras? Quién sabe. A veces el artista también se siente atraído por lo difícil y se reta así mismo. En el grabado a diferencia de otras disciplinas como el dibujo o la pintura es mas difícil cambiar,. No hay marcha atrás, hay que reflexionar mucho antes de dar el paso definitivo por que una plancha no se puede borrar. Hace falta una conjunción de habilidades así como una atención e interés extremo para conseguir buenos resultados y Daniel, sin duda, está en esa línea.

 

CAL

 

Begoña Pérez. Pintar como terapia

Begoña Pérez. Pintar como terapia

 

Entramos en su casa y desde ese mismo instante se visualizan cuadros por doquier. Los motivos son variados pero predominan los que tienen que ver con lo “afro”. Quizá lo africano es lo que más se identifica con los colores que a esta aficionada pintora le gustan. Rojos combinados con azules y amarillos fuertemente contrastados con negro, se eligen para destacar, como elementos aparentes los motivos variados y sencillos que Begoña elige, casi al azar, para justificar su entretenimiento. Por que la pintura para ella es eso, entretenimiento, evasión y relax. Para Begoña Pérez, el color es el matiz que identifica como propia, cada una de sus obras. El color está respaldado por una generosa aportación de materia y todo ello, enmarcado dentro de la figuración, con toda la amplitud que tiene este concepto. Se trata, en definitiva, de una pintura sencilla, hecha desde la honestidad de quién disfruta pintando sin mayores preocupaciones. Por que no hay que ser un artista, en el mas amplio, ni en el mas reducido sentido de la palabra, para disfrutar de la pintura. No hay que torturarse por el resultado ni hay que estar pendiente de si se hacen o no exposiciones. Simplemente pintar por el placer de pintar y después colgarlo en la pared de tu casa. Eso es lo que hace Begoña en sus ratos libres. En los momentos de evasión que le permiten sus abejas –ella es apicultora- , su familia, su casa.....ahí esta, montando y desmontando su caballete y colocando sus pinturas en la paleta. Como queriendo reivindicar un espacio físico y mental que le permitan evadirse por unos momentos del mundo patente, para introducirse en su mundo mas interior, mas reflexivo, mas espiritual y sentirse creativa  a su manera y  a su modo.  Sin querer demostrar nada ni a nadie.  Sin necesidad de justificaciones por el resultado ni someterse inquisitorialmente a ningún crítico insaciable.  Seguimos el recorrido de su pequeño museo hogareño, de su realidad artística y encontramos, en un lugar privilegiado de su casa,  dos cuadros de tamaño mediano-grande de los que Begoña está personalmente mas orgullosa. Son dos lienzos hechos al albor del recuerdo de su infancia, de su pueblo: Ricla; de sus rincones mas inmediatos; de los lugares donde corría de niña, que son los mismos en los que ahora hace su vida, con su familia, su trabajo, sus amigos y su entorno mas cercano. Lugares donde la relación espacio tiempo se confunden, se mezclan, para plasmarlos en unos paisajes urbanos llenos de recuerdos infantiles y fusionarlos con la animosidad de un presente para dejar huella y constancia de quien los pintó.

Begoña reconoce que esto de pintar “le vino tarde”. Tiene 43 años y recuerda con claridad el año 2000 cuando sintió la necesidad por casualidad y lamenta no haber empezado antes. No por haber pintado mas, no por haber hecho mas obra.  Si no por que habría encontrado antes la terapia que ella buscaba. A veces uno siente la necesidad de expresarse mas con la pintura que con palabras. El lenguaje de las imágenes a veces es mas elocuente que el de las palabras y con una simple pincelada, con un simple trazo, se pueden decir muchas cosas, a la vez que te relaja y te distrae.

Y Begoña se introduce en el mundo del arte para reclamar, sin pedirlo,  su derecho. El de que a su modo y  desde su humildad pictórica -que no humana- , ser tenida en cuenta como una persona que tiene algo que transmitir y solicita nuestra atención,  por si queremos compartir una parte de sus sentimientos y experiencias que nos transmite pintados de una manera libre, sin complejos ni reglas.

 

CAL

 

 

EXPOSICIÓN DE MARIO SÁNCHEZ MORENO

EXPOSICIÓN DE MARIO SÁNCHEZ MORENO

Nuestro compañero de CAL, Mario Sánchez Moreno ha expuesto en La Almunia de Dª Godina, en el Palacio de San Juan, los día 31 de mayo hasta el 2 de junio. Los que no pudísteis ver la exposición y todo el que tenga curiosidad,teneis disponible la siguiente galeria web:

http://picasaweb.google.com/fjgarciadominguez/ExposicionMarioSanchezMoreno

 

Regina Nogueras. Una observadora del instante

Regina Nogueras. Una observadora del instante

  Decía Aldoux Huxley, a propósito de Brueghel  “El Viejo” que “todo pintor inventa una manera de pintar”, es decir, que el artista no imita la naturaleza mezquinamente si no que se entretiene observándola,  yo diría que contrastándola con su yo mas profundo. En ello basa, sin duda,  Regina Nogueras su universo artístico.  Regina no es  una simple observadora pasiva  de todo aquello que le rodea. Con el poder que le confiere su mirada misteriosa,  pero a la vez luminosa y  receptiva, tiene la capacidad de captar cualquier detalle o acontecimiento que le ofrezca la naturaleza. Cuando nos muestra sus trabajos lo hace destacando que lo importante para ella es el momento de la captación, el climax receptivo  - como si de una poesía se tratara-  mas que la obra en sí y, desde esa premisa, aplicar una posterior maduración con su yo mas íntimo, mas personal, mas irremediablemente innato y único. Es como si la naturaleza le diera el guión de la obra y la artista lo interpretara a su manera, con sus  aportaciones, sensaciones y deleites personales y plasmarlo, finalmente, en un dibujo, un lienzo, una fotografía. Espera quizá, que la obra, en última instancia, termine “realizando” al artista, pero partiendo de conceptos que a veces nos resultan, sin saberlo,  subjetivos.  Cuando un o una artista se enfrenta al vacío y frío lienzo, sin duda quiere reflejar algo en él, aunque la intención previa sea la de partir de cero, pues un recuerdo, una mirada, un olor, un sueño….en definitiva son sensaciones, experiencias vividas,  que se nutren de ese misterioso deseo de plasmarlas artísticamente en un soporte. Y así, se nos ofrece la combinación de lo captado con la aportación mas personal y unívoca,  fundidas en el crisol del  mestizaje entre la naturaleza y la autora. Por ello salen, por ejemplo,  tonos ocres, fundidos con amarillos y sombras con negros disimulados con sienas, bajo el pretexto de árboles  como justificación figurativa para aplicar esos colores. Y así, el resultado es llamativo y a la vez armonioso, cuidando las formas, pero sin ataduras academicistas que contravengan su libertad personal y creativa.

 

      Esta polivalente artista de 49 años es natural de Ricla y dibuja, pinta y fotografía “solamente por atracción” como dice ella. Viene profesionalmente del mundo de la restauración, dando clases como profesora en diferentes centros. Y nos ofrece con sinceridad, su aportación y sensibilidad para cualquier cosa que tenga que ver con el arte.  Para ello, Regina Nogueras se nutre artísticamente de  su entorno mas inmediato. Y su entorno es lo natural, lo cotidiano, lo que la rodea, su casa, sus cosas, o la naturaleza mas inmediata. Yo diría que el gusto por lo bello. Pero no una belleza exuberante o excéntrica,  pues lo bello, la mayor de la veces es lo simple, lo accesible, lo natural o lo que a simple vista pueda parecer banal.  Y lo engrandece con su aportación y su capacidad de captación. Regina vive lo artístico con un don natural : el de ir con sus chispeantes  y despiertos ojos bien abiertos para lo que le resulta sugerente. Se deja  atrapar por el detalle, por insignificante que sea y reflexionar sobre el para enriquecerlo y presentarlo al espectador con su aportación única e irrepetible. Pues todo ser humano es así: único e irrepetible. Si no lo fuera ¿que justificación tendría captar el movimiento de una mano con la cámara, la textura desenfocada de una copa de vino o elevar a la categoría de exquisitez algo aparentemente simple o cotidiano?. “Surge con total espontaneidad” nos asegura,  pero lo cierto es que  para que esa espontaneidad surja, es necesario tener esa cosa que se llama sensibilidad. Sin duda esta mujer que pertenece al Colectivo de Artistas de Valdejalón la tiene. Si algo que capta su mirada merece la pena, quedará recogido en su retina y pasará a formar parte de su genética creativa, bien  para compartirla posteriormente con nosotros, o bien para dormir, en un rincón de su alma sensitiva, como sustancia íntima, personal y eterna. Tanto es así, que en su aspecto mas profesional, el de restauradora, no se limita a la simpleza de restaurar un objeto viejo, si no que va mas allá. Indaga en la esencia del objeto. Escruta con fantasía soñadora el espíritu del mismo y especula, con respeto y afecto en las diferentes sensaciones que ese objeto haya podido producir en las vidas de las gentes pretéritas a las que ha pertenecido. Lo que para cualquiera sería un objeto viejo, para Regina se convierte en un elemento casi de culto y así, con maestría,  redescubrir la grandeza que ese objeto viejo tuvo antaño, como si de una una reencarnación de lo material se tratara,  para presentarlo en nuestro tiempo real, con “manos de nieve” como diría Béquer, con ese aspecto recuperado, pero con la impronta sensitiva de la restauradora.  Así es esta mujer que nos aporta y seguirá aportando artísticamente lo mejor de si misma. Sin engaños ni medias verdades. Con naturalidad y sin estridencias. Todo arte en el fondo, como dice Mario Dionisio, es materia organizada. Regina lo organiza con sutileza y  personalidad.

 

 

 

 

José Manuel Martínez. Una visión personal y reflexiva.

José Manuel Martínez.  Una visión personal y reflexiva.

 

      José Manuel Martínez. Una visión personal y reflexiva.             

 

 

                     El artista, como cualquier ser humano siente esa necesidad de luchar contra lo desconocido. Y en ese sentido, como las más poderosas fuerzas que posee son las artísticas, las emplea para ese fin. En el otro lado nos encontramos al público expectante  para evaluar los resultados de esa lucha donde las fuerzas del arte se baten con el misterio. Sería necesario estudiar, por ejemplo, las condiciones que llevaron a Leonardo a pintar aquella sonrisa de la Gioconda mientras sentía el influjo de un reflejo en aquel preciso momento. Ese misterio continúa atrayendonos y cautivándonos. La obra de arte es un espejo que transfigura  el momento de una forma excepcional hasta el punto de hacer de ese instante, infinitos momentos que amplian la realidad humana de forma permanente.

                    ¿ Qué lleva por tanto a José Manuel Martínez a seleccionar algunas de la obras mas importantes de la pintura y reivindicarlas con otra mirada? La respuesta es sencilla: nos da otra visión de ese momento de lucha hacia lo desconocido y misterioso desde esos grandes maestros. Con ello nos demuestra que la obra de arte es una síntesis del elemento individual que la crea y del elemento social que la distingue y la tranforma en múltiples aspectos haciéndola extremadamente variable. Y José Manuel lo hace de un modo brutal: prescindiendo del color. Asi nos lleva con naturalidad a su terreno a través del blanco y el negro. Como un “yin y yang” que recoge toda la dualidad existente en el universo y nos dice, a través de sus reproducciones,  que cada ser, objeto o pensamiento,  posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro ni en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Eso nos transmite José Manuel haciendo volver a sus orígenes a Caravaggio, Millet, Goya o Botticcelli por citar algunos. Y lo hace con naturalidad, sin encogimiento ni cortedad por enfrentarse ante auténticas obras maestras. Pero no lo hace inconscientemente,  si no de forma meditada y reflexionada. Por que este pintor de La Almunia de 52 años no deja nada al azar. Para el todo está relacionado, todo tiene su causística. La unidad de lo absoluto y lo relativo en la pintura, en la poesía, en la música, nos ilumina y nos encamina a la consecución de nuestra percepción de lo creado para volverlo a crear,  pero con otros ojos, con otra mirada, para desde ahí crear algo nuevo e irrepetible. Quizá por ello sea un artista monotemático. No trabaja dos temas a la vez, no mezcla conceptos. Se centra en un tema hasta que queda satisfecho de su resultado sin escatimar tiempo, sin prisa, hasta que la obra tiene su conclusión, tanto en su teoría como en sus formas. Y ese modo de actuar para este fundador del Colectivo de Artistas Locales (CAL) junto a Alfonso Lorén y José Luis López, le lleva a reflexionar sobre cualquier cosa que le llame la atención. Y reflexiona tomando apuntes esquemáticos en su libreta sobre conceptos e ideas para después desrrollarlos a su manera en el papel de dibujo o en el lienzo. Y nos muestras sus trabajos sobre las manzanas, la poesía, la música, la huerta……y el resultado son “las huertas de La Almunia” donde hace todo un recorrido pictórico y literario por las desaparecidas huertas de dicha localidad, para según nos dice “…enseñar a nuestros hijos la historia de sus padres, abuelos y bisabuelos por que mañana puede ser muy tarde…”  o las “Cuatro estaciones”, o sus “Retratos psicológicos” o su concepto de la “atracción como impulsos eléctricos”. Y cuando habla, por ejemplo,  sobre las posibilidades expresivas de la “mano” elemento conceptual desde el que le gusta desarrollar un dibujo o pintura, da la sensación que está seguro de lo que dice por que lo ha madurado, reflexionado y comprobado por el mismo. Y si lo hace con una “manzana”, desarrolla toda una tesis sobre la diferencia de este fruto con o sin piel, lo cual, aunque parezca una cuestión banal, después de oir a José Manuel  uno, cuando monda el mencionado fruto que comió Adan,  comprueba perfectamente la diferencia. Pero para eso hay que escuchar al artista y ver su obra, solo asi comprobaremos que ya no veremos esos elementos y todos aquellos – con los que, repito, conceptualmente juega- de la misma manera que antes. Quizá esta forma de filosofar en el arte le venga desde su mas tierna infancia influido por un entorno verde, libre, natural, que invita  a la evasión mental como el de La Almunia. O quizá también de la influencia de esa especie de artista global que era el salesiano don Cancio Petruzio, impulsor de muchas iniciativas culturales en esta localidad de la comarca de Valdejalón y de que  recibió enseñanzas y  correcciones.

 

                     Los dibujos y la obra de José Manuel se pueden encontrar en la ya desaparecida revista “Rivera” donde inició sus agudas sátiras de “Albarcudico”, o en “La replazeta” en la que aparecen dibujos e ilustraciones y como no en sus exposiciones colectivas o individuales. Seguiremos la estela de su obra. Estaremos expectantes para aprender de sus conceptos madurados y expresados. Estaremos junto a él para nutrirnos de sus conclusiones. Nos ayudará a pensar y a  desentrañar lo misterioso.

 

CAL

 

 

 

GALERÍA DE FÉLIX GARCÍA DOMÍNGUEZ

GALERÍA DE FÉLIX GARCÍA DOMÍNGUEZ

He colgado una galería de cuadros que no estaban en mi página web "De pintura".

http://picasaweb.google.com/fjgarciadominguez/GaleriaDeCuadros

Si alguien está interesado en colgar una galería propia es fácil en Picasa de google, aunque hay otras opciones en internet. Para lo que haga falta aquí estamos.

Sería interesante ir ampliando los artículos sobre los artistas escritos por Manuel Cuenca con imágenes de las obras...

FGD  

Alfonso Lorén. De la pintura a la cerámica

Alfonso Lorén. De la pintura a la cerámica

 

Que misterioso influjo recibe un artista para dirigir su carrera por unos u otros derroteros. En ese proceso que se llama inspiración, fenómeno irresistible y vital, se producen una serie de fenómenos que forjan su personalidad artística,  haciendolo fluctuar de manera permanente y llevándolo a destinos que posiblemente jamás hubiera sospechado. Y es que un artista, como  creador, está en un contínuo proceso de aprendizaje y evolución. Este camino  marca irremediablemente su destino, su obra global.

 

Muchos años trancurrieron desde que Alfonso Lorén hiciera su primera exposición. Por aquel entonces cuando formó el grupo CAL junto con José Manuel Martínez y José Luis López le seducía la pintura. Estuvo en esa técnica durante años. Pero si observamos con atención su pintura en aquellos tiempos pretéritos, ya se intuía que el Alfonso “pintor” realizaba sus cuadros con la sensación y la forma en sus elementos gráficos de querer huir, escapar de una superficie plana  para derivar en algo más volumétrico, más tridimensional. El fundamento de su pintura era su inquietud por experimentar con lo abstracto, después con lo figurativo, o con ambos estilos a la vez, trabajando con materiales de lo mas diverso: sal, paja, tierras… Es conveniente alertar al aficionado sobre que pasos previos se mueve el artista para lo posterior. Digamos que después de ese proceso, su obra ha sufrido una mutación para terminar en la actualidad en un horno de ceramista. Si, por que a este artista creador e investigador incansable, una sola dimensión se le quedaba corta. Cuando empezó a descubrir las posibilidades de la cerámica  se metió en el tajo de los barros, esmaltes, temperaturas, oxidaciones y  su infinito universo de posibilidades creativas. De Alfonso Lorén se puede decir que es un “pintor” en “tres dimensiones reales”. Por eso eligió la cerámica.

 

Y del origen del cuadro “plano” surgió el “cuadro escultura”en cerámica, con un estilo personal e identificativo en este artista-ceramista. Y en ese cuadro el motivo fue  cogiendo volúmen, se fue escapando hacia afuera para mostrarnos, en una enmarcación de  volumétrica cerámica sus “puertas” como fronteras de intimidad pasada, en las que busca y logra con maestría los efectos de la madera vieja, o sus “cerrojos” que sugieren misterio y curiosidad como fieles guardianes herméticos y generacionales de un pasado ancestral.  Elementos que exigen, o cuando menos solicitan, un lugar en nuestra memoria. Y sus “llamadores” se convierten en silenciosos aldabonazos hacia la atención y reflexión del espectador. Y así  infinidad de ocurrencias de este artista nacido en la Almunia, casi todas  con la inspiración genética de sus raíces. Por que decir Alfonso Lorén, es decir su tierra, sus raíces, su cultura aragonesa y su denuncia de lo que considera que atenta contra ello. Pero sin estridencias, sin fundamentalismos, sin aspavientos, con quietud y sosiego, tal y como es él. Pero no sin el  orgullo y la consciencia de asaverarlo sobre la solided cultural, rica y diversa de su tierra. Por que esa constante está en su obra y se ve a primera vista. Se siente que Alfonso  ha recorrido Aragón de punta a punta para nutrirse de esos elementos para su obra. Elementos simples pero nobles . Aquellos que etnográficamente definen a un pueblo y su cultura. Y sus “espantabrujas, cabezudos, tiasjoaquinas,duendes,capiteles…..”. Barro-Fuego es a Hierro- Madera. Esa es su relación armónica. Es su alquímia particular. Como el alquimista medieval, Alfonso Lorén tiene su propia relación armónica con el universo y con su mundo a traves del fuego. Son sus dos elementos esenciales barro-fuego para conseguir su transmutación virtual en hierro-madera. El hierro y la madera aparecen reproducidos después del proceso de cocción de una forma perfecta y fidedigna.

 

Y en ese proceso evolutivo que marca irremediablemente su obra, por fín las formas abandonan definitivamente el cuadro, para salir exentas de cualquier soporte y mostrarlas ante nuestros ojos como un nuevo ser, como un alumbramiento del mismo. Y sus motivos ocupan ya su propio volúmen, su propio lugar único e irrepetible en el espacio. Y de ahí surge una nueva forma de trabajar, pero manteniendo el “concepto” o lo que es lo mismo, su universo. Siendo fiel asi mismo Alfonso nos deleita en su caminar hacia un destino artístico lleno de nuevas y  agradables sensaciones, mensajes y efectos armoniosos. Con una sinonímia entre todo ello que hace que contemplemos su obra con placer y curiosidad por sus nuevas creaciones. Estaremos expectantes en su devenir artítico. No nos dejará indiferentes.

 

CAL

 

José Luis López Alonso. Pinta para comunicar

José Luis López Alonso. Pinta para comunicar

Cuando vemos una pintura aparece ante nuestros ojos todo un universo de  sensaciones. Nos hacemos preguntas, reflexionamos. Recibimos una comunicación conmovedora y misteriosa que nosotros intentamos descifrar. Nos metemos en el cuadro para observar con detalle algo que nos llama la atención.

Si contemplamos las pinturas de José Luis López Alonso, enseguida sentiremos la sensación de que nos quiere transmitir algo. Sabemos que está ahí y lo debemos  averiguar. Nos ofrece claves en su código, pero sobre la base de que tarde o temprano, después de reflexionar un poco seremos capaces de percibir y decodificar.

Si observamos sus cuadros en conjunto quizá nos parezca que no hay relación entre ellos. Como si en la realización de cada cuadro este muriera sin solución de continuidad.  Pero enseguida nos daremos cuenta que es una ilusión, un engaño a nuestra vista, por que el resto de nuestros sentidos detectarán que todo tiene su misma raíz, que   cada cuadro representa una parte de su mundo, el del artista. Cuadros que mueren para volver a nacer en el cuadro siguiente con un vigor renovado. La esencia es la misma. La forma y el color mueren sí, pero para hacer renacer en el cuadro siguiente el mismo “concepto” en un estado de diferentes formas y colores. Nos dice lo mismo pero con una mutación natural. Como el gusano que da paso a la crisálida para comenzar de nuevo el sentido evolutivo. Y lo muestra como un ciclo vital y trascendente que exige su necesidad de actuar con libertad, sin ataduras plásticas ni academicistas, pero guardando muy bien las formas. José Luis pinta lo que quiere y como quiere pero siendo fiel e inamovible en sus conceptos. Y este pintor de La Almunia pinta como habla, con la firmeza de un hombre curtido en el difícil y noble oficio del campo. En su conversación, como en su pintura, es concreto y sincero. No hay palabras de más ni pinceladas de más. Tampoco hay elementos que estén en el cuadro de forma gratuita. El pinta para comunicar y lo hace con las palabras precisas, o lo que es lo mismo, con las pinceladas precisas y con los elementos necesarios. Ni uno más ni uno menos. Y nos muestra la soledad del ser humano dentro de un mundo masificado y egoísta en una hoja, en una flor, en un objeto, en un árbol… Y destaca la importancia de la mujer, bien sea en la forma de un alo solitario de voluptuosa desnudez y angustioso misterio, o bajo la representación de una figura maya como crisol de culturas que sugiere el mestizaje. O nos hace un bucle para situarnos en un paseo por sus raíces, sus ancestros, su cultura…. y nos relata con mano segura el fenómeno cultural de sus “cabezudos”, con ojos humanos e  indescriptibles que asoman por una boca de cartón piedra. Si, por que el ser humano es una paradoja que esconde su yo más interior y lo  disfraza,  para representarlo a los demás recubierto de algo que no es, en una ceremonia callejera lúdica y pagana. Y si seguimos paseando nuestra vista por su obra, de golpe nos hace un requiebro más en su estilo y revolotea sobre el cómic para ofrecernos una soledad de prostíbulo, donde sus dos personajes, un hombre y una mujer, después de la unión carnal se disponen a seguir rumiando sus soledades cada uno por su lado separando de nuevo su frugal encuentro. Todo esto y mucho más nos ofrece este pintor con años de bagaje pictórico. Creador del grupo CAL junto con Alfonso Loren y José Manuel Martínez y pintor desde que tiene uso de razón, recuerda con cariño y admiración, como lo hacen otros artistas de la comarca, a Don Cancio, salesiano e impulsor del arte y del interés por el arte en La Almunia, a quién agradece en la distancia de los años, la motivación y las enseñanzas recibidas desde niño.

Y después de este paseo por su obra dejamos a José Luis López en su estudio, lleno de cuadros, tinajas antiguas, ilusiones y proyectos. Por que el pintor y su sensibilidad no descansan. Y lo dejamos, madurando la idea que no cesará hasta que se lleve a la práctica en el lienzo de trabajar sobre el fenómeno de la inmigración y los abusos que ello conlleva. Por que su arte es también crítico, reivindicativo y de denuncia ¿De qué sirve el arte, si entre otras cosas no remueve conciencias? Estaremos expectantes.

CAL

José Ramón Lóbez. Escultor

José Ramón Lóbez. Escultor

La piedra cambia de significado cuando es observada por los ojos del artista. Y cuando esta es modelada deja de pertenecer al universo geológico, para formar parte de otro universo: el artístico, desde alguien que crea, que trasforma e impregna de elementos nuevos esa materia, hasta ahora inerte, para convertirla en algo vivo, cambiando su fundamento y destino primario para el que la naturaleza lo creó. Eso es lo que hace José Ramón. Este artista del municipio de La Muela posee esa extraña virtud que  le hace ver más allá de lo inerte, de lo banal, para cargar de sentido artístico y volumétrico una arenisca, una caliza, un alabastro o un mármol de Calatorao. Y lo hace con una facilidad innata y sorprendente. Ya de niño sentía pasión por las piedras. Se fijaba en ellas, las estudiaba y sentía su mensaje. Desde que, siendo pequeño, su tío le regaló un libro sobre Egipto no ha parado de buscarle sentido a la piedra. Si, por que las piedras transmiten sensaciones y las sensaciones son códigos que no todo el mundo tiene el privilegio de poder captar.  

Y José Ramón Lóbez, escultor perteneciente al Colectivo de Artistas de Valdejalón, tiene ese don para  poder producir otra versión de la misma naturaleza y transformarla, haciéndonos sentir nuevas sensaciones que nos transportan al pasado. A un pasado que nos resulta ancestralmente conocido, como una minúscula pero sustancial reencarnación de lo vivido por nuestros antepasados, haciéndonos ver la insignificancia de una sociedad atrofiada para recuperar esos valores de conexión con la naturaleza, como una nueva realidad.  Por que para José Ramón, la realidad no está en lo cotidiano. Para este escultor de 54 años hecho así mismo, la realidad está en otro plano, en cada piedra que trabaja y que transforma, unas veces en algo nuevo y otras en algo reproducido de culturas pretéritas, para recordarnos que estamos aquí por que otros han estado antes que nosotros. Y nos da una lección de historia “en tiempo real” que se puede ver y tocar, haciéndonos recuperar ese pasado dormido, esa memoria histórica y tribal que nos hace ser más auténticos y a la vez más humildes en la sociedad del frenesí. Y lo hace con elementos y conceptos recuperados del pasado: símbolos celtas, cruces templarias, escudos medievales, iconografías religiosas o paganas, todo fruto de un desarrollado sentido de búsqueda de nuestras raíces, para convertirlos en  una auténtica aula visual, crítica y  magistral de historia.

Y mientras muestra sus obras, que desde la fachada de su casa se esparcen por multitud de lugares, en La Muela y fuera de ella, nuestra mente reproduce  ese sonido de voces divinas que nuestros antepasados oían cuando trabajaban esas mismas formas en esas mismas piedras extraídas de esos mismos lugares. Y uno se ve en ese monte mágico, en esa “muela” -como hermana menor de un Moncayo místico, ancestral y misterioso al fondo- y se imagina enraizado con esta naturaleza dura, difícil, modelada desde hace millones de años por el dios Eolo, ahora convertido en motor de multitud de modernos molinos de energía renovable. Y te sientes solidario con los pueblos y culturas que la poblaron, que estuvieron antes que nosotros para dejarnos su huella. Pero José Ramón no se conforma solo con eso. El quiere dejar la huella de su paso por la vida, como lo hicieron los que pasaron por aquí antes que el, creando elementos nuevos, con personalidad creativa y única, como se puede comprobar en su amplia obra urbana.  Con conceptos muy aragoneses - hasta en los textos que acompañan a sus obras está lo aragonés-. La  fabla  es la lengua que emplea para dar texto a sus obras, no para hacer política barata con el idioma, si no para mostrarle al mundo la solidez de las raíces culturales de nuestra tierra. Cada obra que vemos  la explica con la seguridad y solidez de un catedrático. Para sentir la historia, para sentir el arte no es necesario un título. Simplemente se necesita caminar por la vida con el “receptor” de nuestros sentidos activado, como lo hace José Ramón Lóbez. Contemplar sus trabajos con la piedra resulta reconfortante.

CAL

María Angeles Latorre

María Angeles Latorre

Mª Angeles Latorre . “La pintura es sentir “

 

En el medievo, ningún pintor se consideraba un genio, ni nadie los veía como tal. Eran artífices trabajando junto a otros en su taller. Solían entrar como aprendices en el ritmo de trabajo y solo, a veces,  iban pasando gradualmente a colaborar en la obra. Así salió Leonardo de las manos de Verrochiom, Rafael de las de France, o Giotto de las de Cimabue. Eran prácticamente trabajadores anónimos. Fue a partir del Renacimiento cuando las cosas empezaron a cambiar. El valor material de la obra crece. Los artistas empiezan a dejar de ser trabajadores manuales para convertirse en elementos “intelectuales”. El resultado es la exaltación del artista tal y como lo vemos en la actualidad donde parece que si no sales en los periódicos con una buena crítica no eres pintor o artista. Pero en esa vorágine de exaltación del arte, excesiva en muchos casos y donde intervienen intereses de todo tipo -económicos, culturales, sociales, intelectuales, políticos, mediáticos, etc.- surge un nuevo fenómeno: el artista “dual”. Si,  ese que se dedica a su trabajo “normal” y a su vida “normal” pero que siente la necesidad de expresarse. Se pinta, se modela, se escribe, se poetiza, se fotografía, se compone música por expresar algo que viene de lo más recóndito de nuestro ser. Y no  se presentan a certámenes de arte, ni les darán –nunca se sabe- el “Isabel de Portugal” a la plástica.

 Si, hay  personas que después de una dura jornada o semana de trabajo se dedican a “crear”. Desde ese  mismo momento se convierten en seres “creadores” y generadores de cultura. Millones y millones de seres han pasado y pasan por la vida sin tener ninguna necesidad de escribir o pintar, incluso algunos habiendo vivido experiencias de lo más excitante.

Y esa especie de “dolencia artística” e inevitable que denominamos “necesidad expresiva” también la tiene Mª Angeles Latorre, quizá influida, sin saberlo, por su madre ”de niña la veía dibujar con frecuencia y me quedaba observándola  con admiración” nos cuenta. Esta mujer de La Almunia se considera ama de casa –que no es poco-  Pero en lo referente a  su pintura  ella no le da importancia. No se siente pintora con dones especiales. Mª Angeles “pinta por pintar”-son sus palabras-. Pero eso no es cierto. Es algo más profundo e insondable. Es algo inherente al ser humano con sensibilidad. No hay creación posible sin un flujo interno que sólo se produce en ciertas personas. Y Mª Angeles es una de ellas. Para quien la pintura es un medio de sentir y transformar.

A la vez que contemplamos sus cuadros hablamos de los mismos. Los muestra como un aspecto más de su vida pero se equivoca. Mientras los miro recuerdo una reflexión de Hauser sobre las pinturas de Altamira: “quién  pintó esto, aunque cazase con otros cazadores, dejó,  por un momento, la exigencia de sus deberes para entrar en la libertad de su creatividad e imaginación”. También eran artistas duales. No solo se conformaban con sus quehaceres cotidianos, necesitaban expresar lo que llevaban dentro. Y en el caso de  Mª Angeles Latorre, como muchos pintores anónimos, ocurre lo mismo.

Sobre lo que hace  le gusta la pintura con volumen, con masa. Le apasiona el color. Nombra con especial cariño y admiración a Fabiola Gil con la que comparte muchos momentos creativos: “me hace ser más libre y expresiva. Experimentar con texturas y colores se convierte en una obsesión para mí. Me encanta el volumen en la pintura y tratar materiales como la arena, sentirlos y transformarlos  para conseguir resultados de más textura y relieve” y lo cuenta con la satisfacción de lo bien hecho. Y esa forma de hacer se ve, por ejemplo,  en sus flores, que destacan en sus cuadros como queriendo salir de un  plano,  para adquirir una dimensión más en el espacio real. Y la representación cromática es viva, limpia, sincera y sin tapujos, penetrando por nuestra retina como un flechazo de sensaciones agradables.

Mª Angeles Latorre no se considera artista –eso dice-  pero pertenece al privilegiado club de quienes pasan por la vida teniendo algo que decir, algo que contarnos para el enriquecimiento colectivo.

 CAL

Jesús Langarita. Poetizar el espacio

Jesús Langarita. Poetizar el espacio

 En alguna ocasión nos hemos preguntado ¿como es posible que de una piedra, de un trozo de materia inerte,  pesado y apagado, el artista pueda conseguir una fuerza y energía insospechadas en ese basto reducto de naturaleza? El buen escultor nos hace ver más allá y evidencia que las piedras tienen alma , haciendo brotar de su interior, a través de su forma, color y textura una serie de sensaciones capaces de enervar al espectador y que a través de su contemplación, sea partícipe en la conclusión de la obra. Conclusión, si. Pues ninguna obra concluye hasta que no es admirada, adquiriendo con ello infinitos acabados. Cuando miramos una obra nos convertimos en cómplices de la misma, haciendo que esa obra adquiera una aureola que la convierte en única e irrepetible. “Mis piezas son mis textos, mi forma de poetizar el espacio” nos indica Jesús Langarita con la misma seriedad con la que trabaja la piedra de Calatorao, su pueblo de adopción. Por que ser artista y residir en Calatorao es incompatible con la insensibilidad hacia este regalo que la naturaleza nos ofrece en esta localidad y que los aragoneses, con injustificada modestia, llamamos “piedra”. Cualquiera que esté exento de ese miramiento que nos caracteriza, elevaría a esta piedra, sin contemplaciones a la categoría de “mármol fino y único en el mundo”. Y este mármol  se encontró con J. Langarita para hacer poesía entre los dos. Y lo consiguen. Poesía que no solo invita a la contemplación si no a participar en ella, pues sin darnos cuenta, inconscientemente, nuestros dedos se convierten en intratables detectores deseosos de entrar en contacto con los volúmenes y las formas que Jesús nos presenta en su obra. Y nos hacemos partícipes -es lo que pretende-  y cómplices de la misma. Jesús Langarita, nació en Salillas de Jalón y desarrolla su actividad artística en Calatorao, donde reside. Aunque la inquietud por el arte siempre ha vivido con él, comienza a trabajar la escultura en 1984. Este autodidacta de excelente formación, nos ha mostrado  su obra en diversas exposiciones, pudiendo contemplar una buena parte de la misma como escultura urbana. La Almunia de Doña Godina acoge de forma permanente alguna de sus obras en la Plaza de La Paz, así como el “Monumento a la Comarca” en la misma localidad. En su acogedor estudio-taller hay una buena muestra de su huella escultórica  : “El viejo y el mar”, “El soñador”, “La espera”….son ejemplos de su buen hacer, que invitan  como digo,  no solo a contemplar si no a tocar, a sentir, a experimentar sensaciones únicas e irrepetibles. En definitiva a ser partícipes y cómplices de su obra. Pero Jesús no es conformista. Su espíritu artístico es inquieto y no solo esculpe si no que también pinta. Y del mismo modo, con esta técnica,  poetiza. En su amplio taller, exigen, reivindican su lugar en nuestra retina, sus cuadros al óleo. Y sus lienzos, en esa reivindicación, se abren paso entre esculturas para atraer nuestra atención exigiendo la importancia que merecen. Muchos de ellos son homenajes a los ídolos del artista. A esas referencias que todos tenemos en función de nuestros gustos artísticos. Y ahí están homenajeados algunos como Miró, Picasso, Modigliani, su admirado y contemporáneo Oswaldo Guayasamín (del que gusta destacar la fuerza expresiva y de denuncia de este ecuatoriano universal) o su particular versión de “La última cena” –en la que lo encontramos trabajando en su estudio-  Son muestras también de su quehacer pictórico. Jesús Langarita, como cualquier persona con sensibilidad realiza su obra después de un proceso de meditación y maduración (consciente o no), pues todo está influenciado. Pero todo es enriquecido y nuevo para mostrarnos  una nueva realidad: su realidad. Por que el arte es, si se me permite la expresión, como un virus que muta y se transforma en cada ser y en cada artista para ofrecer, como en cualquier sistema evolutivo, lo mejor de nosotros mismos.   CAL 

María Pilar Langa

María Pilar Langa  Ilusión por la pintura  

           En la madurez de la vida  es sencillo comprender la importancia que tiene, para cualquier ser humano, la conservación y la memoria de su experiencia anterior, de su infancia. Si definimos como tarea creadora  la realización de algo “nuevo”, se trate de algo que estamos viendo, o de sentimientos, recuerdos, vivencias, etc. podemos determinar que un elemento primordial es el reproductor. Este esta estrechamente vinculado a nuestra memoria. El hombre revive rastros de antiguas percepciones. Si un artista rememora el paisaje de su infancia, esta recreando impresiones vividas. Incluso si pintamos al natural, no hacemos más que reproducir algo que tenemos delante pero con el condicionante de nuestro recuerdo. El resultado es algo”nuevo”pero impregnado de nuestra personalidad genética y  vivencial.

 

           María Pilar Langa cuando habla de su pintura lo hace rememorando su infancia. Eran tiempos difíciles. De posguerra. De blanco y negro. Pero esta pintora perteneciente al Colectivo de Artistas de Valdejalón,  tuvo una infancia lo suficientemente oxigenada como para que sintiera la inquietud del arte. Pero se quedó ahí. Como el genio que duerme en las ramas, que diría Béquer. Fue mucho más tarde, en su madurez, cuando las sirenas del arte resonaron su canto para atraer a Mª Pilar al lugar donde su alma artística estaba. ¿Por que es esto así? ¿Por qué después de años, una persona retoma sus orígenes artísticos primarios?  Se ha demostrado científicamente que la actividad artística, es un elemento clave en  los niños. A medida que ese niño o niña crece, cuando se acerca a la adolescencia, empieza a desilusionarse y apartarse del dibujo. En general lo llegan a dejar por completo. Pero por fortuna en el caso de esta pintora de Epila no ha sido así.  Alcanzada la madurez, su infancia la llamó. Y recordó que estaba impregnada de entorno familiar. De las habilidades de su madre en diferentes manualidades, del olor a libros. De su abuela y sus afanes por la cultura para su nieta en aquellos tiempos oscuros de  sección femenina. Recordó sus  lápices y sus pinturas de niña y, como no,  la ancestral y natural sabiduría del trabajo de su padre en esos tiempos difíciles ¿Cómo la hija de un pastor podía hacer aquello? Se preguntaba el entorno más incrédulo e insustancial, cuando la joven presentaba sus dibujos.

         

           Y de ese germen renació la llama del arte en Mª Pilar. Que es inconformista. Los inconformistas no se quedan a verlas pasar. No ha querido renunciar a mostrarnos lo que lleva dentro. Y se puso en marcha. Cogió sus materiales y se fue a perfeccionar su técnica con los mejores, y llamó a la puerta de la familia Cañada donde quedó impresionada por su estilo único. Óleo, pastel, carboncillo, acuarela …. Cualquier formato le parece interesante. El argumento es expresar la inquietud que lleva dentro. Coquetea, como dice ella, con el abstracto y el expresionismo. Pero no puede negar que lo suyo es lo figurativo.

 

          Y ahí están los resultados. Riqueza y variación en los temas. Elementos estudiados en su composición con la magia de una veladura invisible, nos transportan hacia su mundo para compartirlo con nosotros, para hacernos cómplices y  solidarios.  Y lo consigue. Perchas con vestidos y complementos de otras épocas, que exigen su espacio vital en nuestra retina,  para recordarnos una época pretérita pero a la vez presente. O la sutil magia femenina, ajena al mundo exterior, mostrado en el contraluz de una ventana, en un “Tomando café” relajadamente reflexivo y solitariamente melancólico. O la delicada composición de sus “vidrios”y “porcelanas” que con un atisbo de escorzo, se enfilan en estantes de cuidada perspectiva. Si, este es el resultado. Fruto de un trazo decidido, armonioso y sin complejos, que a través de su paleta de estudiados y reflexionados tonos nos transporta, silenciosamente a su yo más personal.

 

CAL

Alvaro Huerta . La fotografía como medio de expresión

Alvaro Huerta . La fotografía como medio de expresión

 

      ¿Tiene importancia la materia en el arte plástico? ¿El óleo prevalece por encima del acrílico o de la acuarela? ¿ La escultura es mas expresiva que la pintura? ¿La fotografía desmerece la calificación de obra de arte o es arte en su más pura esencia? La respuesta a estas preguntas han sido y serán motivo de largas sesiones de debates y opiniones extremas

.

     De cualquier modo, todas ellas tienen la gran virtud de llamar la atención del público hacia la importancia de la materia en el lenguaje plástico. La peculiaridad de apartar del vicio de querer valorar una obra de arte, no solo en su contenido, si no también en su soporte y su técnica. Pero al final, lo importante es el resultado.

 

     Esta pequeña reflexión nos sirve de soporte para presentar a Alvaro Huerta, joven miembro del Colectivo de Artistas de Valdejalón, que a pesar de su juventud ha tocado ya varias técnicas de expresión. Sintió la necesidad de expresarse artísticamente desde muy joven, realizando varios cursos de pintura al óleo, algunos de la mano de Jesús Aznar,  para pasar posteriormente a estudiar los secretos de la escultura, el volumen y la fotografía analógica y como no, posteriormente la fotografía digital.

 

       Por eso cuando a Álvaro le preguntas que le tira mas, duda. Es un artista y punto. El soporte es secundario. El ahora se siente mas  fotógrafo. Pero de lo que no cabe duda, es que elija el soporte que elija, el resultado será excelente. Tiene una buena muestra de ello en la escultura, de la que le sedujo especialmente, como no, la piedra de Calatorao –el mármol de Aragón- o el alabastro, desde el que  dio vida a su “grito” particular.

 

     Pero el se siente mas fotógrafo. Que más da. Por que arte y fotografía son absolutamente complementarios. En cualquier caso, en la fotografía  la composición tiene muchas mas limitaciones, pues en ella  el motivo condiciona en mayor grado el resultado que en la pintura, por ejemplo, donde se parte de cero, como es el caso de  un lienzo en blanco.

 

     Como cualquier obra, la fotografía artística ha tenido antes un periodo de meditación y de análisis. Eso es lo que se detecta a primera vista en las fotografías de Álvaro. Los motivos están elegidos para que tengan la fuerza visual suficiente como para que al espectador no lo dejen indiferente. Los objetos o las personas de sus fotografías resultan decisivos en la composición. La cámara, a diferencia de nuestra vista, ve un solo plano y desde esa condición Álvaro Huerta consigue destacar la forma de un objeto o de un detalle parcial,  para que llame poderosamente nuestra atención, como sus tocadiscos de vinilo, artilugios sonoros arrasados por la vorágine de las nuevas tecnologías que parecen querer reivindicar, desesperadamente -en un todo o nada, en un blanco y negro- su lugar en un universo digital. O sus retratos, cortes parciales de rostros que miran a un infinito de melancolías, ante la atenta mirada de una lágrima petrificada.

 

      Sus fotos impactan, si, y planean sobre la fibra de la sensibilidad del observador. Da la sensación de que cuando este joven artista de La Almunia elige un objeto o un tema, lo mira desde  sus infinitos ángulos, para presentarnos su mejor cara, esa que carece de dimensión, la cara del espíritu.

 

     Por ello, quien comienza por las exigencias de la superficie, las leyes de la composición, etc. y no aprecia las posibilidades de las diferentes materias, se estará perdiendo la posibilidad de saborear excelentes mundos artísticos.

 

     El artista se juzga a si mismo. Se sirve de los materiales que cree necesarios para comunicar al receptor, un mensaje misterioso, que pasa a través de el  y nos lo presenta como una creación única e irrepetible. No exijamos más. Es imposible.

 

Colectivo de Artistas de Valdejalón

Vicente Guerrero. Del vidrio al dibujo

Vicente Guerrero. Del vidrio al dibujo

 

 

     A este veterano artista, el de más edad del Colectivo de Artistas de Valdejalón, el vidrio le llevó al dibujo, o el dibujo al vidrio. Que más da. Vicente nació en Barcelona hace 78 años. Nunca ha perdido la perspectiva de La Almunia, donde nacieron sus padres, y la que fue su ir y venir. Barcelona- La Almunia, La Almunia- Barcelona …Actualmente reside en la localidad del Jalón.

 

      En su vida laboral fue  tallador de vidrio. Ese delicado oficio, para el que se requiere una gran destreza, delicadeza y técnica, le reabrió el apetito hacia el mundo del dibujo mas en serio, adentrándose en el mismo con decisión. El resultado es el paisaje urbano, donde no se resisten catedrales, abadías, calles,  plazas o cualquier rincón donde su mirada es secuestrada, para plasmar sobre papel cualquier instantánea previa, con la finura y delicadeza de este tallador de vidrio experimentado y  sosegado por los años, pero  con la ilusión de un joven que necesita el papel y las plumillas para compartir con el espectador su buen hacer.

                      

     Se limita, según el a copiar lo que le gusta ¿Realmente Vicente copia lo que ve?  A estas alturas ya sabemos que el ser humano no copia. El hombre crea. Toda reproducción es tabú. El simple hecho de mirar es seleccionar, optar, apreciar, tomar partido y por tanto impregnar de tu experiencia, incluso de tu  genética, lo que estás viendo.

 

      Un cuadro no es jamás un producto individual, o mejor dicho, es la individualidad de lo colectivo. Es, digamos, el hilo que forma el tejido hecho con la rueca de la sensibilidad. Por ello Vicente Guerrero le da a sus dibujos la impregnación espontánea de su momento en la vida y de su paso por ella. Sus dibujos poseen, como cualquier obra, una fuerza de autonomía propia, un clima individual,  pero con la carga correspondiente de lo colectivo. El resultado es la “cristalización”, valga la metáfora, de las formas en el papel de destino. Y crea una nueva realidad. La realidad que existe al tomar una nueva forma, pasada a su vez  por el tamiz de toda una vida, de un oficio, de un entorno….  Y nacen sus paisajes urbanos intransitados de gente, donde cada línea de su plumilla está en el lugar exacto, para hacernos contemplar y compartir elementos perfectamente identificables, encuadrados en un blanco papel inmaculado.

 

     Hablamos con el y nos muestra sus dibujos como saboreándolos con el  regusto de cuando los hizo. Con el deleite de la satisfacción cumplida y  bien realizada. Nosotros los vemos con placer, intentando extraer  todo el jugo del mensaje implícito. Vicente cree que dibuja sin más. Pero no es así. Por que en sus dibujos nos trasmite un nuevo concepto, una nueva visión de lo creado, una nueva conciencia de lo colectivo.

 

     Sobre su tablero, entre pruebas y esbozos, se empieza a visualizar lo que será el dibujo de la  Plaza del Pilar de Zaragoza. Le dejamos con la ocupación, que no preocupación, de intentar resolver como hacer desaparecer un andamio que la naturaleza restauradora ha ramificado alrededor de una de las torres de la Basílica del Pilar. Seguro que el resultado será satisfactorio. Será una muestra más, sin duda bien realizada,  de lo que decíamos mas arriba: la individualización de lo colectivo.

     Colectivo de Artistas de Valdejalón

Ezequiel Cruces

Ezequiel Cruces Ezequiel Cruces: escultor ceramista

La cerámica es una técnica que ha de estar controlada desde el principio hasta el final. El ceramista ha de aprovechar, en su justa medida, los pasos que  ha de andar hasta la conclusión de la obra. La expresividad  adquiere y se tiñe de un especial dramatismo cuando se  busca los elementos y las técnicas para conseguir los objetivos que se pretenden.

    

Ezequiel Cruces, este escultor ceramista de Calatorao, lo consigue sobradamente. Hablar con el sobre cerámica es hablar con quien ha aprendido el oficio y además esta tocado por ese misterioso influjo que se llama sensibilidad. En pocos minutos puede dar una clase magistral sobre el proceso del barro y como llegar a esto o lo otro. Esto es conocer la técnica. Pero también lo que entra en el horno, para ser cocido a unas temperaturas determinadas, su posición en el mismo, la aparición de más o menos cenizas, la intensidad del fuego, etc. etc. entrará con un moldeado muy reflexionado y meditado por Ezequiel.

 

Porque este escultor no es ajeno a lo que le rodea  y le gusta ir  rayando lo radical mas por encima que por debajo. Por que la sensibilidad también es inconformista, no tiene por que ser piadosa. Y Ezequiel nos lo muestra en su obra, con la mesura y el cuidado en la elaboración de sus piezas en las formas y su proceso en el horno,  pero con la dureza en el fondo del mensaje que nos quiere transmitir cuado es preciso. Y nos da toques de atención sobre lo que el quiere. No es monotemático. Modela lo que le apetece sobre lo que le apetece sin corsés ni ataduras. La ecología, el medio ambiente, la degradación de la naturaleza llevada por la estupidez del hombre, esta patente en su obra cuando nos muestra el “Pirineo Roto”. Y cuando nos presenta al ser humano, lo hace deformando su aspecto exterior para mostrarnos lo mas  controvertido y feo de su interior en “Personaje Extraño”. O modela el retrato de sus amigos, desde su visión de los mismos,  para someterlos al capricho del fuego en  “reducción”. Y si nos habla de  sus mundos, los interiores, los de Ezequiel, con sus miedos, sus alegrías, sus encuentros o desencuentros con la vida, como los de cualquier ser humano,  también los manifiesta como una granada que eclosiona en su madurez, para mostrarnos lo mas íntimo y personal, con maestría, sin tapujos, sin medias tintas. Sus luces sus sombras los del artista están en sus “candelabros” en tipo “viejo”, para enseñarnos que la  luz  también se torna en oscuridad y viceversa,  quizá como un ciclo sin fin. La luz es el camino hacia lo oculto para volver a una claridad, mas  nítida, mas intensa y mas sabia quizá.

 

Ezequiel Cruces viene con la impronta de haber aprendido el oficio en el “sancta santuorum” de la cerámica. Donde decir cerámica es decir Muel.  Iba y venía desde su pueblo, Calatorao, a conocer de la mano de los mejores ceramistas, los secretos de este difícil mundo del barro, para posteriormente sorprendernos con su obra y sus enseñanzas en los talleres que imparte.

 

Sus resultados están ahí, a la vista de todos. La sensibilidad no define al artista pero tal privilegio no es corriente o al menos no es corriente el tener la capacidad para transmitirla de manera concreta con formas que no son el simple sentimiento, si no el sentimiento y la sensibilidad maduradas por el artista. Ezequiel es sin duda uno de ellos.

 

CAL                                        Mayo 2007