Regina Nogueras. Una observadora del instante

Decía Aldoux Huxley, a propósito de Brueghel “El Viejo” que “todo pintor inventa una manera de pintar”, es decir, que el artista no imita la naturaleza mezquinamente si no que se entretiene observándola, yo diría que contrastándola con su yo mas profundo. En ello basa, sin duda, Regina Nogueras su universo artístico. Regina no es una simple observadora pasiva de todo aquello que le rodea. Con el poder que le confiere su mirada misteriosa, pero a la vez luminosa y receptiva, tiene la capacidad de captar cualquier detalle o acontecimiento que le ofrezca la naturaleza. Cuando nos muestra sus trabajos lo hace destacando que lo importante para ella es el momento de la captación, el climax receptivo - como si de una poesía se tratara- mas que la obra en sí y, desde esa premisa, aplicar una posterior maduración con su yo mas íntimo, mas personal, mas irremediablemente innato y único. Es como si la naturaleza le diera el guión de la obra y la artista lo interpretara a su manera, con sus aportaciones, sensaciones y deleites personales y plasmarlo, finalmente, en un dibujo, un lienzo, una fotografía. Espera quizá, que la obra, en última instancia, termine “realizando” al artista, pero partiendo de conceptos que a veces nos resultan, sin saberlo, subjetivos. Cuando un o una artista se enfrenta al vacío y frío lienzo, sin duda quiere reflejar algo en él, aunque la intención previa sea la de partir de cero, pues un recuerdo, una mirada, un olor, un sueño….en definitiva son sensaciones, experiencias vividas, que se nutren de ese misterioso deseo de plasmarlas artísticamente en un soporte. Y así, se nos ofrece la combinación de lo captado con la aportación mas personal y unívoca, fundidas en el crisol del mestizaje entre la naturaleza y la autora. Por ello salen, por ejemplo, tonos ocres, fundidos con amarillos y sombras con negros disimulados con sienas, bajo el pretexto de árboles como justificación figurativa para aplicar esos colores. Y así, el resultado es llamativo y a la vez armonioso, cuidando las formas, pero sin ataduras academicistas que contravengan su libertad personal y creativa.
Esta polivalente artista de 49 años es natural de Ricla y dibuja, pinta y fotografía “solamente por atracción” como dice ella. Viene profesionalmente del mundo de la restauración, dando clases como profesora en diferentes centros. Y nos ofrece con sinceridad, su aportación y sensibilidad para cualquier cosa que tenga que ver con el arte. Para ello, Regina Nogueras se nutre artísticamente de su entorno mas inmediato. Y su entorno es lo natural, lo cotidiano, lo que la rodea, su casa, sus cosas, o la naturaleza mas inmediata. Yo diría que el gusto por lo bello. Pero no una belleza exuberante o excéntrica, pues lo bello, la mayor de la veces es lo simple, lo accesible, lo natural o lo que a simple vista pueda parecer banal. Y lo engrandece con su aportación y su capacidad de captación. Regina vive lo artístico con un don natural : el de ir con sus chispeantes y despiertos ojos bien abiertos para lo que le resulta sugerente. Se deja atrapar por el detalle, por insignificante que sea y reflexionar sobre el para enriquecerlo y presentarlo al espectador con su aportación única e irrepetible. Pues todo ser humano es así: único e irrepetible. Si no lo fuera ¿que justificación tendría captar el movimiento de una mano con la cámara, la textura desenfocada de una copa de vino o elevar a la categoría de exquisitez algo aparentemente simple o cotidiano?. “Surge con total espontaneidad” nos asegura, pero lo cierto es que para que esa espontaneidad surja, es necesario tener esa cosa que se llama sensibilidad. Sin duda esta mujer que pertenece al Colectivo de Artistas de Valdejalón la tiene. Si algo que capta su mirada merece la pena, quedará recogido en su retina y pasará a formar parte de su genética creativa, bien para compartirla posteriormente con nosotros, o bien para dormir, en un rincón de su alma sensitiva, como sustancia íntima, personal y eterna. Tanto es así, que en su aspecto mas profesional, el de restauradora, no se limita a la simpleza de restaurar un objeto viejo, si no que va mas allá. Indaga en la esencia del objeto. Escruta con fantasía soñadora el espíritu del mismo y especula, con respeto y afecto en las diferentes sensaciones que ese objeto haya podido producir en las vidas de las gentes pretéritas a las que ha pertenecido. Lo que para cualquiera sería un objeto viejo, para Regina se convierte en un elemento casi de culto y así, con maestría, redescubrir la grandeza que ese objeto viejo tuvo antaño, como si de una una reencarnación de lo material se tratara, para presentarlo en nuestro tiempo real, con “manos de nieve” como diría Béquer, con ese aspecto recuperado, pero con la impronta sensitiva de la restauradora. Así es esta mujer que nos aporta y seguirá aportando artísticamente lo mejor de si misma. Sin engaños ni medias verdades. Con naturalidad y sin estridencias. Todo arte en el fondo, como dice Mario Dionisio, es materia organizada. Regina lo organiza con sutileza y personalidad.
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