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Alvaro Huerta . La fotografía como medio de expresión

Alvaro Huerta . La fotografía como medio de expresión

 

      ¿Tiene importancia la materia en el arte plástico? ¿El óleo prevalece por encima del acrílico o de la acuarela? ¿ La escultura es mas expresiva que la pintura? ¿La fotografía desmerece la calificación de obra de arte o es arte en su más pura esencia? La respuesta a estas preguntas han sido y serán motivo de largas sesiones de debates y opiniones extremas

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     De cualquier modo, todas ellas tienen la gran virtud de llamar la atención del público hacia la importancia de la materia en el lenguaje plástico. La peculiaridad de apartar del vicio de querer valorar una obra de arte, no solo en su contenido, si no también en su soporte y su técnica. Pero al final, lo importante es el resultado.

 

     Esta pequeña reflexión nos sirve de soporte para presentar a Alvaro Huerta, joven miembro del Colectivo de Artistas de Valdejalón, que a pesar de su juventud ha tocado ya varias técnicas de expresión. Sintió la necesidad de expresarse artísticamente desde muy joven, realizando varios cursos de pintura al óleo, algunos de la mano de Jesús Aznar,  para pasar posteriormente a estudiar los secretos de la escultura, el volumen y la fotografía analógica y como no, posteriormente la fotografía digital.

 

       Por eso cuando a Álvaro le preguntas que le tira mas, duda. Es un artista y punto. El soporte es secundario. El ahora se siente mas  fotógrafo. Pero de lo que no cabe duda, es que elija el soporte que elija, el resultado será excelente. Tiene una buena muestra de ello en la escultura, de la que le sedujo especialmente, como no, la piedra de Calatorao –el mármol de Aragón- o el alabastro, desde el que  dio vida a su “grito” particular.

 

     Pero el se siente mas fotógrafo. Que más da. Por que arte y fotografía son absolutamente complementarios. En cualquier caso, en la fotografía  la composición tiene muchas mas limitaciones, pues en ella  el motivo condiciona en mayor grado el resultado que en la pintura, por ejemplo, donde se parte de cero, como es el caso de  un lienzo en blanco.

 

     Como cualquier obra, la fotografía artística ha tenido antes un periodo de meditación y de análisis. Eso es lo que se detecta a primera vista en las fotografías de Álvaro. Los motivos están elegidos para que tengan la fuerza visual suficiente como para que al espectador no lo dejen indiferente. Los objetos o las personas de sus fotografías resultan decisivos en la composición. La cámara, a diferencia de nuestra vista, ve un solo plano y desde esa condición Álvaro Huerta consigue destacar la forma de un objeto o de un detalle parcial,  para que llame poderosamente nuestra atención, como sus tocadiscos de vinilo, artilugios sonoros arrasados por la vorágine de las nuevas tecnologías que parecen querer reivindicar, desesperadamente -en un todo o nada, en un blanco y negro- su lugar en un universo digital. O sus retratos, cortes parciales de rostros que miran a un infinito de melancolías, ante la atenta mirada de una lágrima petrificada.

 

      Sus fotos impactan, si, y planean sobre la fibra de la sensibilidad del observador. Da la sensación de que cuando este joven artista de La Almunia elige un objeto o un tema, lo mira desde  sus infinitos ángulos, para presentarnos su mejor cara, esa que carece de dimensión, la cara del espíritu.

 

     Por ello, quien comienza por las exigencias de la superficie, las leyes de la composición, etc. y no aprecia las posibilidades de las diferentes materias, se estará perdiendo la posibilidad de saborear excelentes mundos artísticos.

 

     El artista se juzga a si mismo. Se sirve de los materiales que cree necesarios para comunicar al receptor, un mensaje misterioso, que pasa a través de el  y nos lo presenta como una creación única e irrepetible. No exijamos más. Es imposible.

 

Colectivo de Artistas de Valdejalón

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